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El viejo vestido verde se le vino encima en el preciso instante en que abrió el último cajón del mueble.
Se subió al cuerpo de Sara acomodándosele con esfuerzo, como un vendaval repentino y caprichoso que había esperado por aquel momento desde el día en que ella lo arrumbó al descuido, y paulatinamente se fue olvidando de su existencia.
Los recuerdos no se resignan al abandono y hasta suelen querer cobrar venganza, si es que confirman con el paso de los días, que han sido destino de olvido.
Este era el caso del viejo vestido que a diferencia de otros, tuvo su tiempo de revancha.
La seda ajada y añosa se dio ínfulas de novata y se retorció por el cuerpo de la mujer queriendo caer en gracia. Sara, que poco comprendía por aquel momento que era lo que pasaba, y seducida por lo que habían sido en algún tiempo esas galas, se dejó envolver suave. Se irguió con aires de aquellos tiempos, estirando el cuello para que la mirada se le haga más alta y hacia el cielo, y se miró de reojo en el espejo. Estaba tan hermosa como por aquellos días, por aquel entonces, donde otra era su vida.
Caminó por el cuarto envuelta de verde, un paso, otro, el tercero y al dar el cuarto su pie se puso pesado, lento, debiendo hacer el primer esfuerzo para moverse. Luego otro y cada vez un poco mas. Cuando ya no tuvo aire para caminar, quedó quieta en el medio de la habitación, inmovilizada por un extraño abrazo que la fue ciñendo lentamente, subiendo desde sus pies hacia las pantorrillas, apretando sus caderas hasta sujetarse fuerte por la cintura, camino al cuello. Cuando la seda verde solo le dio posibilidad de respirar, Sara se ufanó del perfume que aun conservaba la tela y eso bastó para continuar sintiéndose como aquella "agraciada".
Como brotes de hiedra, cada botón adherido a su espalda, se fueron enraizando a su piel clara. Los ojales de aquel viejo vestido fueron su horca en aquella tranquila tarde de marzo, cuando Sara permitió que sus recuerdos cobraran vida para salvarla.
No sería que Sara había engordado mucho?
ResponderEliminarMe voy antes de que me respondas...
Besos.
rescatar y reconciliar recuerdos es revivirlos, bien por el resucitado vestido verde
ResponderEliminarsaludos
Hola, me ha gustado tu cuento. Volveré a leerte. Un saludo.
ResponderEliminarMAGNÍFICO.
ResponderEliminarDE RAÍZ A COPA.
La metáfora de su historia es sencillamente magistral.
El cierre es de antología.
Boquiabierta y aplaudiéndote,
me voy retirando Maga sin hache,
CORRO
a poner cerrojos a mi placard,
a mis cajones,
a mis baúles,
a mis libros,
a mi mueble de zapatos,
a mi pequeña caja de joyas,
a mis álbumes de fotos,
a ...
Ya iré viendo sobre la marcha !!!
Besos millones.
SIL
Vaya con los recuerdos vengativos!!!!
ResponderEliminarLo mejor va a ser deshacerse de ellos antes de que se apoderen de mi.
Besos
Como el cuento de Cortazar! Muy lindo, Magah!
ResponderEliminarApolo y Dafne en laurel...
ResponderEliminarCuántos recuerdos retornan para apoderarse de nuestro presente, tal y cual como la imagen de este vestido...
ResponderEliminarExcelente texto!!!
Besotes!!
Cuántos recuerdos retornan para apoderarse de nuestro presente, tal y cual como la imagen de este vestido...
ResponderEliminarExcelente texto!!!
Besotes!!
Maghita que buen texto.
ResponderEliminarEl final inesperadamente valiente como Sara.
Aplausos y abrazos como diaria nuestra amiga.
Besos.
Uf, me fue faltando el aire como a Sara... tendré cuidado, pondré llave (como Sil) o trataré de convencerlos de que es un olvido sutil y cariñoso... no lo sé. Besos!
ResponderEliminarNo conviene guardar
ResponderEliminarun recuerdo tanto,
no vaya a volverse
contra nosotros
en esa lenta espera
desde el olvido
a la vida.
Besiños Magah
Precioso, Magah. Y certero: a veces los recuerdos aprisionan hasta matar y vamos, una y otra vez, a buscarlos...
ResponderEliminarLos recuerdos se vuelven físicos a veces. Y si la salvaron entonces ella deseaba que así fuera. Hace falta que un vestido verde reaparezca.
ResponderEliminarBesos.
Que buen texto Magah!
ResponderEliminarHay recuerdos tan vivos que nos salvan. Y otros que nos matan.
Besos reina!
Hola Magah,
ResponderEliminarComo siempre tus letras siguen siendo productivas.
Me encanto tu relato.
Besos.
Fer.
Mi querida Magah:
ResponderEliminarSoy un terrible pelotudo infeliz. No tuve mejor idea que equivocarme y leer "El viejo vestido DE verde" se le vino encima... Y tu cuento se me convirtió en una suerte de violación consentida, con recuerdos, perdones y revanchas contra ese viejo maldito que había cometido tantas tropelías...
Cuando me avivé de mi terrible error ya había gargajeado solito tu asado servido en fuente de plata.
Hoy fui inducido al error por tanto imbécil que no usa corrector o no sabe escribir, y estoy casi acostumbrado a tener que leer entre líneas para entender lo mal escrito (la gran mayoría). Esta vez se me puso totalmente en contra. Ha pagado justo por pecador, otra vez.
You never have a second chance for a first impression.
La bronca que tengo.
Magah, amiga libriana! sabes siempre me voy cotntento al terminar de leerte.. siempre me sorprendes!!!
ResponderEliminarA mí también me pasa: los recuerdos me salvan y si no a mí, a mi blog. No puedo dejar de escribirlos.
ResponderEliminarSaludos y espero volver.
Verde que te quiero verde.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte Magah, un beso y mis mejores deseos.
Cuidate mucho.
Hay recuerdos que más vale no recordarlos... que dan vida a lo inanimado y después... pasa lo que pasa.
ResponderEliminarBonito relato. :)
Besicos.
Muy bueno Magah! me encantó! la seda convertida nuevamente en piel... qué fuerte para una mujer! me conmovió, me erizó la piel, de seda ó de gallina...
ResponderEliminarEl pasado podra estar enterrado, pero jamás muerto...
ResponderEliminarun beso
Quién puede mirarse al espejo y decir con claridad dónde termina la realidad, dónde comienza la fantasía y qué de lo que creemos recordar no es más que un anhelo de lo que alguna vez hayamos querido que sucediera en verdad.
ResponderEliminarConviene siempre confiar más en la mente de quien nos desvista.
D.
Qué buen texto! Me encantó.
ResponderEliminarBesote para vos.
Maravilloso relato, me encantó. Es increíble cómo, con una buena pluma, se puede hacer una gran historia de la situación mas sencilla, como probarse después de años un viejo vestido verde.
ResponderEliminarEnhorabuena.
permitió que sus recuerdos cobraran vida para salvarla...
ResponderEliminarWow, Magah...es texto es maravilloso, pero la frase, esa frase, es casi un minicuento, es una gozada...
Muy buenas letras!
(Me enamora también la foto de las sombras)
Un beso inmenso.
Vuelvo a Mil Orillas.
Deseo que el año esté lleno de cosas buenas para ti y para los tuyos!
Excelente escrito. Esa seda cobró vida y recuerdos...
ResponderEliminarUn placer leerte.
El vestido de seda verde, recobró vida.
ResponderEliminarQué miedooo
¡Bien contado!
Un abrazo maguita
Excelente Magah. Imágenes y climas construidos con perfección.
ResponderEliminarExcelente relato... lleno de vida, excelente imágenes que se me hacen familiares aunque jamás me "calzaría" un vestido verde y no porque haya engordado como dice Toro... que es definitvamente un Salvaje!
ResponderEliminarBesazos!!!
Mientras te leía, pensaba, que los olvidos son aliados, amigos, reparadores, y sanadores.
ResponderEliminarSi, he olvidado muchas cosas, personas, y hoy me siento libre, sana, liviana.
Un beso.
Miércoles... nunca más me pongo el vestido de seda verde. Cof, cof, ejemmm, digo nunca más dejarse dominar por los recuerdos, son implacables.
ResponderEliminarBellísimo, Magah.
Besos
ay, mierd!... me he quedado estupefacta!
ResponderEliminarque impactante sensualidad la de esos botones y esos ojales!
aplausos!
Abrazos dolorosamente suaves, no crees?? lo demás, da igual.
ResponderEliminarBesos de colores
Los recuerdos hay que dejarlos salir cuando ya son inofensivos. Mientras, que sigan arrumbados en el placard, bajo siete lleves. Despues es solo amago de lastimar, ya no duelen, quizás solo nos arranquen una sonrisa.
ResponderEliminarun beso