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La mujer camina rápido por la vereda. Mira la hora en el celular que lleva en la mano. Otra vez solo faltan diez minutos. Esta vez para las seis de la tarde. Corre. Corre más fuerte.
Llega a la puerta, revuelve apurada la cartera. Saca la llave y abre. Una vez adentro, se apoya sobre la puerta ya cerrada. Está agitada y su corazón late visiblemente acelerado. Respira profundamente intentando recobrar el aire perdido, se arregla el pelo.
El esposo se acerca a la casa por la misma vereda. Mientras camina hacia ella, saca la llave de un bolsillo. Se acerca a la puerta. Nota que la misma se mueve levemente, replica un temblor que viene desde adentro. Presta atención en silencio. Se agacha y pone su ojo sobre el agujero de la cerradura.
La ve. Ella camina hacia el interior de la casa arrastrando la cartera por el piso y arreglando su ropa. El sigue mirando sin moverse. Su puño se cierra fuerte apretando las llaves. Cuando la figura desalineada desaparece de su vista, se incorpora, deja pasar unos segundos y abre la puerta, despacio.
Ella está parada en el medio de la sala, lo escuchó llegar. Espera, como siempre, a que el se acerque a besarle la mejilla.
Lo hace y mientras tanto la abraza, fuerte, contra su cuerpo, reparando en los latidos agitados de su mujer.
El cuello de la mujer se va deslizando lentamente hacía atrás en la medida que va sintiendo el ahogo del abrazo. Tiene miedo. Sus ojos, bien abiertos, van recorriendo la pared desnuda, el cielo raso y quedan sujetos del farol de hierro que pende de una pesada cadena negra. El vértice inferior ha quedado alineado a la cabeza de su esposo. Mira en detalle cada ángulo y cada lado filoso. Comprende sus brazos pegados a su cuerpo, sujetos al abrazo, no puede moverlos. Los ojos se le llenan de lágrimas, la boca se le ajusta.
Llega a la puerta, revuelve apurada la cartera. Saca la llave y abre. Una vez adentro, se apoya sobre la puerta ya cerrada. Está agitada y su corazón late visiblemente acelerado. Respira profundamente intentando recobrar el aire perdido, se arregla el pelo.
El esposo se acerca a la casa por la misma vereda. Mientras camina hacia ella, saca la llave de un bolsillo. Se acerca a la puerta. Nota que la misma se mueve levemente, replica un temblor que viene desde adentro. Presta atención en silencio. Se agacha y pone su ojo sobre el agujero de la cerradura.
La ve. Ella camina hacia el interior de la casa arrastrando la cartera por el piso y arreglando su ropa. El sigue mirando sin moverse. Su puño se cierra fuerte apretando las llaves. Cuando la figura desalineada desaparece de su vista, se incorpora, deja pasar unos segundos y abre la puerta, despacio.
Ella está parada en el medio de la sala, lo escuchó llegar. Espera, como siempre, a que el se acerque a besarle la mejilla.
Lo hace y mientras tanto la abraza, fuerte, contra su cuerpo, reparando en los latidos agitados de su mujer.
El cuello de la mujer se va deslizando lentamente hacía atrás en la medida que va sintiendo el ahogo del abrazo. Tiene miedo. Sus ojos, bien abiertos, van recorriendo la pared desnuda, el cielo raso y quedan sujetos del farol de hierro que pende de una pesada cadena negra. El vértice inferior ha quedado alineado a la cabeza de su esposo. Mira en detalle cada ángulo y cada lado filoso. Comprende sus brazos pegados a su cuerpo, sujetos al abrazo, no puede moverlos. Los ojos se le llenan de lágrimas, la boca se le ajusta.
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La boca se le ajusta para poder tomar el aire necesario?
ResponderEliminarQue escena.
La veo.
Besos.
Pd: no me digas que no te deje ajustar las cadenas...
Que bien lo describes.
ResponderEliminarParece que los estoy viendo.
Besos.
CECY
ResponderEliminarLa boca se le ajusta. Tiene miedo. No puede hablar. No hay quien la pueda escuchar o tal vez no pueda decir, aún.
TORO
Gracias. Sigue viendo, es la idea. Es bueno cuando algún objetivo, por lo menos alguno, se cumple. Abrazo.
Me está dando mucho miedo: en el I pensé que la mujer planearía algo, por el cuchillo; en la segunda, pensé lo mismo al principio, pero me empujaste a pensar que quien morirá es ella.
ResponderEliminarLo haces a propósito para atormentarnos : lo colocas debajo de la espada de Damocles y dejas a la mujer sin posibilidades ¿quieres que me de un infarto?.
Ponlos a hablar. Haz que se sienten, razonen y se vayan cada uno por su lado. Y, a él, en castigo por insultar, humillar y ofender, enamóralo locamente de una diosa por la que babe hasta morir sin que ella lo mire si no es como a una piltrafilla.
¿Y ayer?¿Fué divertido?
Me quedé pensando cuánto regulamos las pasiones o, al menos, creemos controlarlas. Y no pude evitar caer en la comparación con el amor, la más popular de las pasiones.
ResponderEliminar¿Cuánto podemos controlarnos de darle un beso a la mujer que nos ha embrujado? ¿Cuánto podremos no atravesale el sable al que ya se lo clavamos mil veces en nuestra imaginación?
¿Liberar pasiones libera?
D.
Hay suspenso, hay intriga y hay ganas de seguir leyendo...
ResponderEliminarHe visto cosas raras visitando blogs pero… el caballero de la columna de la izquierda… ¿no será mucho?
ResponderEliminar¡Ayyy!
ResponderEliminarAhora me quedé con las ganas...
Está tan bien narrado que me metí en la escena.
Es un placer leerte.
Besos.
mierd...!
ResponderEliminaresta vuelta de cuchillo a abrazo, me ha hecho dejar mi butaca para mirar mejor!...
tengo una puntada de suspenso en medio de la espalda, ahi justo donde el abrazo...
compañera, usté es tan talentosa como lo vislumbro!
MARIAJESUS
ResponderEliminarLe propongo formalmente que sea co-autora de estas “Cuatro escenas para un crimen”… su idea ha sido brillante. Vea que el final aún no está escrito y su sugerencia rankea en los primeros lugares
Abrazo enorme.
DANIEL OS:
No es demasiado, nada. Tenés un talento que admiro y la verdad es que me ha sucedido con ciertos autores de blogs, que los comentarios resultan tener un valor que ameritaría una entrada principal. Entonces se me ocurrió que un lugar, en el margen izquierdo de mi blog, podría estar reservado para ello. Algo así hizo mi amiga MIRALUNAS y me tomé el atrevimiento de replicarlo, de manera que mas gente pueda leer a quienes para mí son de lectura obligada.
Al respecto de las pasiones y el amor, lo dejo opinar a usted, en este caso solo puedo escribir una ficción.
Mis respetos maestro OS.
NOESPERESNADA
Y muchas de seguir escribiendo amigo. Gracias.
FABIANA
Muchas gracias, y considerando los riesgos que esta gente corre en la escena, me alegraría que puedas salir de ella cuanto antes.
Un abrazo grande.
MIRALUNAS
Ahí arriba, en mi rta. a Daniel OS la he mencionado. Por favor tome conocimiento.
Al respecto de su comentario, digo, usted me quiere mucho.
Yo a usted también y además la extrañaba.
Siempre me dejas con ganas de más,¡que escena! parece que estoy ahí plantada en medio de esa sala.
ResponderEliminarBesitos guapa.
MAGHA: leyendo tus dos escenas del crimen, me hizo recordar a la pelicula " Durmiendo con el enemigo" con Julia Roberts. Ella decide otro destino distinto, enfrentando a su esposo, su enemigo...Creo que a veces pasa que la persona de la cual te enamoraste cambia y no es la misma..
ResponderEliminarEl miedo que expones en tu relato, se hace sentir, se imagina...
Gracias por tu relato!!, un plcer leerte. De paso te invito a pasar por mis letras, te espero!!!
besos!!!
Me gusto eso que comento Daniel Os
ResponderEliminar¿Liberar pasiones libera?
Si! el tema si vale el costo que pagamos por esas liberaciones, si vale la pena.
Aunque hay algunas cosas que de solo imaginarlas unos las disfruta,
Maghita venis viendo la serie mujeres asesinas???
MARIA LUISA
ResponderEliminarGracias por tu comentario. Saludos.
CLAUDIA:
hay mucha gente que vive bajo el mismo techo con su victimario. Algunas no salen nunca.
Gracias por pasar.
TITI:
Jaja, aunque no lo creas no he mirado mujeres asesinas y aunque suene menos creíble, me da un poco de miedo.
Nos vemos pronto!
GLUP
ResponderEliminarSi lo puso en dirección,
aflojó la cadena del farol de hierro ( me la juego a que si)
Estaré siendo demasiado obvia...?
Che, que ésto no demore en seguir ehhhhh!!!!!!!!
Abrazo infinito, misteriosa Magah sin hache.
SIL
"Joer" que acojone, mira que yo soy un "cagao" para estas cosas. Estoy enganchado al relato ;))
ResponderEliminarBesos asustados
Buen día Magah.
ResponderEliminarSi bien he leído bastante sobre los sentimientos de ambivalencia; y he comprendido ese concepto de la psicología que hace mención a que el amor jamás es lineal y estable, sino que uno ama pero, por momentos, también odia (incluso a quienes para muchos son las personas más queridas: los hijos); tengo la sensación que en este caso, esto va a terminal mal!!!
Mmmmmmmmmmm….
Esto
va
a
terminar
moi mal!!!
Besos.
Rik
Somos tantos dentro nuestro... ¿Por qué no seríamos también asesinos?
ResponderEliminarMuy bien descripto. Una vez más!
Besos.
¿El miedo la congela? ¿Y aquel cuchillo?
ResponderEliminarSIL
ResponderEliminarLas obviedades son subjetivas absolutamente, parten de la mirada de cada uno. Forman parte del mundo interno.
DANI:
Ya termina, no se hará la agonía tan larga, ahora sí, el final está escrito.
Besos.
RIK
Es verdad, el amor no es lineal, se fluctúa entre el amor y el odio, la ambivalencia, las contradicciones son propiamente humanas, creo yo, justamente por este carácter no lineal que nos pone muchas veces frente a las dudas propias. Corríjame si la pifio, quiere?
Gracias Rik y un abrazo, ya yendo al final de esta historia.
MARCELA
Me encanta que hayas tomado ese concepto de cuantos podemos habitarnos, simplemente de pensar que somos nosotros mismos, más los tantos agregados que no fueron diciendo que corresponden que seamos, ya somos más de tres. Un abrazo y gracias.
NEGREVERNIS
¿No crees que el miedo congela? Es el mismo demonio, que a veces nos protege ante el peligro y otras tantas nos deja inmóviles. Parece que el miedo también tiene sus ambivalencias.
Doña Magah, me gusta el espíritu asesino que ha aflorado en los dos últimos post! Muy bien narrada la escena, realmente.
ResponderEliminarSaludos!
¡¡Qué angustia Magah¡ Muy bien descrito, por cierto, ¿es la continuación del hombre muerto en el hotel? besos
ResponderEliminarNo la “pifia” en absoluto, querida Magah!.
ResponderEliminarEl amor, el odio y el miedo son para John Broadus Watson – experto en la conducta humana de principios del siglo pasado – las tres emociones básicas con las que nacemos.
Y éstas suelen conjugarse en ocasiones en las mismas personas con las que interactuamos, predominando a veces una, a veces, otra!.
Vaya por el final de esta historia!
Ídola.
Besos.
Rik
Que bien que retratas la presion y describis la escena.
ResponderEliminarNos dejas el suspenso entre dientes.
Besos, Magah
Una situación que transmite mucha angustia, mucha... solo crece el deseo de estar lejos de ella, muy lejos!!!
ResponderEliminarAbrazotes!
Quiero el final ya!!! Sos muy buena escribiendo...hacía rato que no me enganchaba tanto un relato: Gracias!
ResponderEliminarMe puse al día con el relato y quedo a la urgente espera de más!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarEse temor mudo la habrà delatado???
ResponderEliminarP.D.:Cuando el abrazo asfixia demasiado,no creo que sea sinònimo de afecto excesivo... ¬¬?
BESITOS ANSIOSOS
Me etas atrapando MAGU!!
Sì que sì =)
Auch! Decime que esta Mujer no es una de esas locas que disfrutan con el dolor...sí, ya sé, es rizar el rizo, pero más de una sadomasoca pasó para el otro lado buscando placer!
ResponderEliminarTe sigooooo!!!
Besitosssssssssssss
Me pongo atrás de Lascivia y quiero más!!!!!!!
ResponderEliminaren estse caso em sabe a que la muchacha lo tiene todo planeado pero como que tiene un poco de dudas... lo hará¿?¿ Magah... estoy intrigado... ya me voy para la tercera parte!!! un abrazo!
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