Supongo que ya te habrás dado cuenta que desde hace unos días un olor nauseabundo inunda nuestra casa y que he andado empecinada en encontrar la causa. Supongo también que no te habrà pasado desapercibida mi desesperación por terminar con esta situación tan desagradable. Lo creo, aun cuando vos seguís pareciendo un sordo y yo una muda que ya no pueden hablar de nada.
Como hago
cada día desde hace más de una semana, me levanto y abro todos los ventanales de los
cuartos. Camino buscando minuciosamente en los rincones de cada habitación. Rompí
y desarme cada mueble para asegurarme
que en el interior de las puertas o detrás de las cajoneras no hubiera algún
animal muerto. He buscado entre los libros de la biblioteca, los he deshojado
uno por uno dejando esparcidas por el piso todas las hojas.
Te confieso que por momentos me he sentido molesta de ver cómo te quedabas mirándome sin hacer nada, como si fueras un simple espectador.
Te confieso que por momentos me he sentido molesta de ver cómo te quedabas mirándome sin hacer nada, como si fueras un simple espectador.
Aùn conservo la esperanza de descubrir en tus gestos la
razón de todos estos años juntos, pero me sigues resultando un ser impredecible, siempre
duro y con una expresividad escueta, casi huidiza, a quien solo puedo captar en
esencia cuando estoy atenta a la yema de tus dedos, cuando cada tanto, trazan
surcos suaves sobre mi piel.
Aun me seduce ese estar tuyo lejano y contemplativo. Aun deseo, como el primer día, encontrarme con tu cuerpo y que arremetas contra el mío golpeándonos nuestros odios más viejos. Y a pesar de nuestras desesperadas ganas de dejar de desearnos y terminar de una vez por todas con todo esto, seguimos esclavos de esta enfermedad que parece no tener remedio y nos hunde en tanta soledad.
Pero sabés amor, ese olor me incomodaba, mucho más que nuestras mutuas ausencias. Entonces insistí en la búsqueda. Desarmé los cobertores de los sillones, los he dejado desvestidos, quedando a la vista sus esqueletos de madera, y hasta he hurgado en el relleno de los almohadones. Bajé los cortinados y los quemé en una fogata que hice en la bañera. Descolgué los cuadros, las fotos, las láminas que adornaban las paredes y despedacé el papel que las cubría. Me metí entre los postigos de las ventanas y en los taparrollos, levanté los listones de madera que formaban el piso de este cuarto y del contiguo, hallando solo un profundo espacio que estaba más aireado que el que nos circunda a nosotros.
Ahora te veo plácido, iluminado por la luz de la mañana… y quiero tocar tu cara, acariciarte con la misma desesperación de siempre, excitarte, pero no puedo, solo mis ojos parecen poder moverse, una rigidez en mi brazo me impide tocarte.
Mis pupilas se inquietas, buscan el espejo en la pared, a los pies de nuestra cama, y sabés qué?, acabo de descubrir por fin de donde proviene ese terrible olor que nos fue envenenando… vos y yo estamos sencillamente muertos.
Aun me seduce ese estar tuyo lejano y contemplativo. Aun deseo, como el primer día, encontrarme con tu cuerpo y que arremetas contra el mío golpeándonos nuestros odios más viejos. Y a pesar de nuestras desesperadas ganas de dejar de desearnos y terminar de una vez por todas con todo esto, seguimos esclavos de esta enfermedad que parece no tener remedio y nos hunde en tanta soledad.
Pero sabés amor, ese olor me incomodaba, mucho más que nuestras mutuas ausencias. Entonces insistí en la búsqueda. Desarmé los cobertores de los sillones, los he dejado desvestidos, quedando a la vista sus esqueletos de madera, y hasta he hurgado en el relleno de los almohadones. Bajé los cortinados y los quemé en una fogata que hice en la bañera. Descolgué los cuadros, las fotos, las láminas que adornaban las paredes y despedacé el papel que las cubría. Me metí entre los postigos de las ventanas y en los taparrollos, levanté los listones de madera que formaban el piso de este cuarto y del contiguo, hallando solo un profundo espacio que estaba más aireado que el que nos circunda a nosotros.
Ahora te veo plácido, iluminado por la luz de la mañana… y quiero tocar tu cara, acariciarte con la misma desesperación de siempre, excitarte, pero no puedo, solo mis ojos parecen poder moverse, una rigidez en mi brazo me impide tocarte.
Mis pupilas se inquietas, buscan el espejo en la pared, a los pies de nuestra cama, y sabés qué?, acabo de descubrir por fin de donde proviene ese terrible olor que nos fue envenenando… vos y yo estamos sencillamente muertos.
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Uff, cuantas relaciones ya estan muertas mientras tratan de parecer vivas.
ResponderEliminarElmiedo a la soledad da paso a un comodismo horrible.
Beso beso
Debe ser una de las revelaciones más penosas que puede experimentar una pareja. En la superficie, ilusorios momentos de pseudo intimidad o complicidad En lo profundo y pugnado por salir, el olor fétido de lo que murió hace mucho tiempo.
ResponderEliminarImplacable texto y narrado de una manera muy perturbadora.
Muy buen post, Magah! Saludos!
Si una es valiente y se empeña termina buscando lo que encuentra, por muy doloroso que sea.
ResponderEliminarbss
Buenísimo! Pero nadie quiere abrir los ojos para aceptar ciertas realidades. A veces, estamos muertos, y es mejor no insistir! Un abrazo.
ResponderEliminarLa segunda y la tercera oración lo dicen de antemano: todo estaba podrido entre los dos. Y cuando las relaciones apestan, no te dejan respirar... Qué bueno que exista la posibilidad de abrir puertas y ventanas. Buen texto, Magah! Beso grande!!
ResponderEliminarMe dejaste muda Magah! La muerte se presenta de muchas maneras, a veces es singular, a veces es plural, a veces grita, y a veces calla... Esta muerte que describis, me suena conocida... A veces no hay mas remedio que oler, limpiar, y volver a empezar. Beso!
ResponderEliminarEs muy bueno este texto Magha.
ResponderEliminarY cuando se huele a muerto es mejor airear, a que se siga pudriendo.
Abrazo.
oh, no! me recordó a viejas y lejísimas épocas, esa búsqueda desesperadía mucho dolor.
ResponderEliminarbesos
terrible!
ResponderEliminarexcelente y terrible...
Quizás hubo un tiempo en el que habría bastado salir a dar un paseo, cambiar de aire a unos mismos junto a la casa. Si ya no pueden salir, ahora, es demasiado tarde.
ResponderEliminarNegar la muerte del amor es tan doloroso, como inútil buscar y revolver la causa pero ¡qué difícil es aceptarlo!
ResponderEliminarMuy bueno Magah, un abrazo
¡¡¡M encanto!!!
ResponderEliminarMuy, muy bueno
Y gracias a ti ahora se lo que debo hacer: enterrarla
Besos
Uf, a veces es tan obvio y nosotros nos negamos a verlo (aunque algo huela mal).
ResponderEliminar"Espléndido", diría mi tía Chola. Estoy sientiendo un olorcito... ¡Querida!
ResponderEliminarGenial!! encontré el blog de casualidad, me llevé una sorpresa.
ResponderEliminarmuy bueno, este relato tiene unas imagenes muy interesantes!
¿Quién no ha sido espectador y protagonista del estado de putrefacción amorosa alguna vez?
ResponderEliminarP.D.:Cuesta ponerle la tapa al féretro,pero sólo así se podrá dar paso a la próxima resurrección cual Ave Fénix... :)
BESOS AROMÁTICOS =)
Mirás para otro lado, tirás desodorante, la remás, le ponés onda, te hacés la cabeza pensando cosas raras pero la realidad es una sola y no hay vueltas al respecto.
ResponderEliminarGran texto con grandes reflexiones!
Besos!!
Excelente.!! solo quien sabe lo que se siente puede plasmar algo asì.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tal cual. Bellísimo texto. El amor muerto no avisa, nos descompone lentamente. Maldades del amor, seducción del amor....besos.
ResponderEliminarBrillante Magah!! Excelente manera de describir una relación muerta. Como la gente se empecina a negar lo obvio hasta que lo obvio se hace tan evidente que es imposible ignorarlo.
ResponderEliminarGran relato. Supongo que las relaciones suelen morir mucho antes de que uno se de cuenta. Estas líneas lo ilustran muy bien. Mis felicitaciones.
ResponderEliminarUn saludo.
Si, asi pienso esas muertes, como los viajes, uno se va mucho antes aunque no se de cuenta.
EliminarTu texto me fue revelador, de entrada dije... el muerto es el tipo, obvio...
ResponderEliminarPero el final... eran los dos, ups...!!
Parece que tengo que mirarme más al espejo.
Toda una interpretación psicoanalítica.
ella
Cada vez parece más luminoso el texto.
ResponderEliminarYa me había dado en el corazón aquella vez, y ahora, también, con doble impacto.
Es una bala de plata, Señora.
Es el único cementerio- ése- del que si no escapamos, es por cobardía, palabra ésta de la que podría dar cátedra.
Por allá arriba lo dijeron: EXCELENTE Y TERRIBLE.
Caramba, me gustó mucho.
ResponderEliminarPero mucho, mucho.
Mucho, mucho, mucho.
¿Es esto un apartado especial para "pudrir-se"?
ResponderEliminarSi es así, lo has sabido separar muy bien para darle un lugar de extrema relevancia en el proceso vital. Porque... ¿quién no ha sentido que hedía en algún momento?
En lo personal, no podía tapar el olor ni con Miyake, y eso que es fuerte.
Muy buen texto, con un in crescendo orquestal.
Un beso.
HD
La mayoría de las casas huelen mal por lo mismo.
ResponderEliminarPero los que viven en ellas no lo quieren reconocer y siguen juntos.
Besos.
No saber terminar con lo que no reporta mas que frustración conduce a la muerte en vida.
ResponderEliminarmire, vea, leí esto. y me fui.
ResponderEliminary volví por si hubiera cambiado el texto...
o esta sensación.
pero no.
mierd!...
beso
Cuando al menos uno de los dos tiene la valentía de hurgar y descubrirlo todo... causa un gran dolor pero es una tarea a las que pocas veces se animan.
ResponderEliminarMuy buen relato Magus.
No me deja una sensación de tristeza.
Porque alguien se a animado a buscar y a encontrar.
Besitos!!!
Todo el moho de la desolación a veces se instala en nosotros mismos, mientras nos empeñamos en buscar su germen en lugares cercanos, sin entender la procedencia de tanto desconsuelo.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Gracias por visitarme, y besos ahora desde La Casa de la Lluvia.
Excelente. A veces nuestro olfato es escaso en algunas circunstancias y el tiempo .....pasa.
ResponderEliminarNo puedo dejar de pensar en los dias once o los cercanos, los diez......o los doce. Siempre me acuerdo. Bien por ti.
Un beso!
Gracias Dany!!...14 meses y ni una pitada, tan firme como el primer día.
EliminarGracias por tu compañía y como me dije aquella vez, si puedo dejar de fumar puedo hacer mucho más. Si puedo dejar el cigarrillo puedo dejar otras cosas tan o más perjudiciales que el pucho.