27/10/13

MENTOLMENTE

 


Comer pastillas de mentol sin azúcar. Tener un paquete siempre en el bolsillo. Olvidarlo a riesgo de un desbande de comida. Calmar la ansiedad, la voracidad, justo en ese momento en el que se  desea encender un cigarrillo para evitar una comilona. Pensar, en el preciso instante de desenvolver una pastilla y llevarla a la boca,  que ese instante fatídico pasa. Pensar que todo pasa, y repetirlo tantas veces hasta la distracción, entonces, comprender que el momento ya pasó.
Desdramatizarlo.
Hasta que el deseo vuelve a aparecer en el momento menos esperado. Y esta vez la voluntad al servicio del desquicio mental y entonces respirar, respirar y respirar, buscar una pastilla de mentol sin azúcar, llevarla a la boca y pensar que todo va a pasar, y por fin pasa.
Desdramatizar otra vez.
Y otra vez ajustarse cuando el apetito voraz avanza, lento pero firme. Y desear una bocanada de humo para ahuyentarlo y no tener más que un paquete de pastillas para comer y para aspirar, para pasar esos segundos funestos. Y por fin, pasan.
Desdramatizar una, cinco, diez…
Hasta que el cuerpo pide sexo, con la misma desesperación que pide grasa o humo. Pagar por sexo, como si fuera el remedio cuando nada logra hacer descender esa presión que lleva a romperse por dentro. Esperar. Consumar. Pagar. Dormir. Despertar.
Desdramatizar, sesenta y tres veces más…
Y cada vez resistir.
Y volver a comer pastillas de mentol sin azúcar.

 

12/10/13

EL TREN


-No se asuste, yo la voy a tratar bien... no haga pucheros, ¿quiere? Sepa, mujer, que yo no hago esto todos los días, ¿eh?, pero a la final, acá estamos usted y yo, sentados frente a frente… Derechita, apóyese bien contra el respaldo del asiento, ¿quiere?... Mire, tenemos todo el tren para nosotros, el vagón desierto, hasta el guarda nos dio vía libre…ja ja, vía libre, eso es… vamos a poder elegir a dónde queremos viajar… ¿A dónde quiere ir usted?... No la escucho… ¿Qué?... Más fuerte y ¡sin llorisquear!... ¿a San Fernando, dice?...no, no, vamos a ir más lejos, iremos a Gobernador Garmendia… ¿A qué no sabe por dónde queda?... Queda en Tucumán, de donde yo vine hace una pila de años… ¿Siente?, el tren ya está en marcha… Mire qué linda se ve la ciudad iluminada desde la ventanilla… y a usted… las luces le adornan la cara y se pone re linda, así, llena de luces. ¿Sabe?, de noche tiene la piel más blanca, parece un relámpago cuando lo alumbra todo... y me imagino que sus tetas deben ser como dos pompones de algodón que caben en mis manos…uf… Mire, mire mis puños cómo se cierran, se ponen rojos de tanto apretar… Están como amotinados para no irse a tocarla… porque, ¿sabe que mis manos se mueren por investigarla? Si yo fuera mis manos, empezaría por tocarle los pies… son tan chiquitos que hasta deben caber en mi palma… mire sus uñas…  tiene una perla en cada dedo, parece un collar… ¿Sabe qué me gustaría?, ir con mi mano desde sus pies hasta las rodillas y que usted abriera un poquito las piernas para que yo le meta mi mano en ese pasillo oscuro hasta llegar a tocarle la bombacha… ¿De qué color es su bombacha?... ¿Verde?... Me hace reír. No me gusta una bombacha de ese color… saqueselá, ¿quiere? Le debe quedar muy fea… ¿Se la saca usted o se la saco yo?... ¡No llore! Ve, si me deseara un poco la estaría pasando mejor… Muy bien, se la saco… ¡Ah! Ja, ja… Veo que entendió rapidito… Muy bien, se la va a sacar solita y yo miro…uf… Qué lindas piernas… Me imagino su culo, ahí, donde nunca le da el sol… uf… Vamos de a poco, total tenemos un largo viaje hasta llegar a Gobernador Garmendia…  Pero deje de temblar, ¿quiere?... ¡Ay dios y la virgen santa!... ¡Es más linda usted! Sus piernas parecen dos chorros de leche cayendo desde lo alto de su trasero…  Pero me hace enojar, tiene un gesto de mierda en la cara, de asco, así es como las minas como usted me miran siempre, me hacen sentir una basura, y yo no soy eso, ¿sabe?... yo sé leer, escribir, terminé toda la secundaria; yo no estoy enfermo, no fumo, no tomo, trabajo, y todos los días antes de irme a dormir, leo un libro de poesías que me regaló una novia que tuve… Ella tenía la piel suave… ¿A ver la suya?... ¡Baje la cabeza! ¿Tiene miedo de que la toque? Acostúmbrese, y  cuando yo la toque, usted mira al piso… ¿A ver cómo lo hace?... Bien, y sin llorar, tráguese esos mocos… uf… Usted me hace poner un poco furioso… A ver... Sí, es suave, re suave, tanto… Mire, se me pone la piel de pollo... uf… ¿Sabe?, cuando yo le tocaba la bombacha a mi novia, ella se hacía pis encima, se mojaba toda… ¡Uy! … Sienta, ya  tomamos velocidad… Cambie esa cara, ¿quiere?... Y ya no me mire como a perro con sarna, no me acostumbro a ese trato de mierda que me dan las minas como usted… Y por más que el Raúl diga mil veces que somos de mundos distintos, ustedes y nosotros, que no nos mezclamos ni en los sueños, yo voy a cumplir el mío… Ya, ya… Muy bien, deme esa bombacha, ahora es mía, es mi primer premio… ¿Sabe?, se la voy a llevar a mi hermano, este es un calzón fino, y cuando se lo muestre, me va a creer que a la final me cumplí el sueño…  ¿Sabe cuál era el de él? Manejar uno de esos autos caros que se ven en la calle, de esos que no hacen ruido y que cuando los mirás, zas…, desaparecieron en el mismo momento de tan fuerte que andan… Él sabía que nunca se iba a poder comprar uno, entonces, agarró, eligió el que más le gustaba y se lo afanó. Anduvo en auto toda la noche, muchas horas, hasta que se le terminó la nafta… Él decía que después de eso se podía morir tranquilo, porque ¿para qué mierda va a vivir uno, si mientras está acá en la tierra no cumple sus sueños?… ¿Para qué?... Y tiene razón, semejante vida de mierda que nos toca a algunos… Mi hermano está preso ahora, yo le digo que se joda porque cuando terminó con su sueño, se tendría que haber recatado, y no, le agarró el gustito y lo pescaron… Está jodido ahora,  pero bue… Yo siempre soñé distinto, soñé que iba a viajar en tren con una mujer de pelo claro y piel muy blanca y lisa, así como es usted, pero me iba a buscar la mejor de todas, porque yo no voy a hacer eso de enviciarme, yo me mando una, la mejor de todas, y me retiro… Y usted es la mejor de todas, si cuando me acerco a su cuello… ¡Ey, no sea bruta, quiere! No se espante, apóyese en el asiento que sólo me voy a acercar a su cuello para verle las venas que corren debajo de esa piel trasparente que tiene… Yo sueño que usted está enamorada de mí…, y que le dan ganas de que yo la toquetee toda y la bese y le haga el amor… Estoy seguro de que a usted le gustaría que yo le haga mojar las bombachas finas que usa… ¡Vamos, no llore!, me pone nervioso… Este es mi sueño y no la voy a dejar que me lo estropee. ¡No me haga gritarle! Después que termine, si quiere agarre el chumbo y me pega un tiro, total, ya está… Además yo no voy a ir preso… ¿Sabe?, todos los días, cuando viajo en el tren, temprano, para ir a trabajar, a limpiarles las oficinas a las finolis como usted, y las veo todas  limpitas, con ricos perfumes, con los pelos que brillan, con la ropita prolija… finas, como en los dibujitos de las revistas… Yo me pregunto por qué no puedo pegarme un buen revolcón con una como usted… ¿Me explico?... ¡Ah, qué bueno!… Mucho sexo, un polvo magistral de ésos que uno no se olvida en los años de los años… ¿Por qué no?... Además este sueño es mío, no es como el de mi hermano, es más legal, más permitido, ¿vio? Porque se trata de robarme un poco de amor, nada más que eso, y eso no se le niega a nadie, ¿entiende?... Yo no soy una cucaracha… Yo soy un hombre… Yo ando cerca suyo, la veo pasar aunque usted no me vea, le tengo ganas… Yo  vivo… Eso es, respiro, hablo…, aunque usted no se entere, y ¿sabe? Yo, antes de morirme, aunque sea en este sueño, voy a existir y  se lo voy a hacer sentir…