16/3/13

ANAIS and HENRY


Mi Querida Anaïs,

¿Qué son las despedidas si no saludos disfrazados de tristeza? Lo mismo que el deseo y el placer de verte mientras te desnudas y te envuelves en las sábanas. Nunca has sido mía. Nunca pude poseerte y amarte. Nunca me amaste o me amaste demasiado o me admiraste como la niña que toma una lente y se pone a ver cómo marchan las hormigas y cómo, en un esfuerzo incasable y lleno de fatiga, cargan enormes migajas de pan. Qué son aquellas noches lluviosas en medio de la cama de un hotel. Qué el recuerdo de nuestros pasos por la calle, en el teatro o en la sala de conciertos. Qué son los recuerdos de los celos y de tus amantes y de June y de mis amantes.

Anaïs, no creo que nadie haya sido tan feliz como lo fuimos nosotros. No creo que exista en la historia del hombre y de la mujer un hombre y una mujer como tú y como yo, con nuestra historia, nuestras circunstancias; con aquello que se desbordaba en las paredes, el ruido de la calle y la explosión de tu mirada inquieta de ojos delineados en negro; con la sinceridad de tu cuerpo frágil y tu secreto agresivo e insaciable. El recuerdo puede ser cruel cuando estás volando febrilmente a tu próximo destino, a otros brazos que te reciban expectantes y hambrientos. El recuerdo de tu diario rojo que tirabas en la humedad de la cama entre tus labios entreabiertos y mis ganas de desearte. Te deseo. Te deseo con la desesperación y el anhelo de lo imposible y ya te has ido y tal vez, en un sueño imaginativo y romántico, leerás estas palabras una y otra vez, en medio de mi ciudad con la gente pasando en medio de las calles y la sorpresa en tus ojos y la gran dama con el fuego en la mano derecha.

Mi querida Anaïs, ma petite, ma jolie, infanta inquieta de sal nocturna. Te extraño cuando huyes de madrugada y te extraño cuando camino y me tomo un café en la calle; te extraño cuando June se acerca cariñosa y cuando paso por los grandes aparadores. Te extraño casi a todas horas: cuando escribo, cuando te pienso, cuando escucho las campanas que me anuncian que ya son las tres, cuando me acuerdo de las horas interminables entre humo y whisky, cuando tengo una comida que dura toda la tarde, también cuando me despido de ti cada día a la misma hora, cuando como en aquel lugar donde nos dio el aire y cuando escucho la radio. Adiós, Anaïs, adiós. Ya nos encontraremos en otras vidas y en otras vidas podré poseerte y quedarme contigo para siempre. Ya te veré en medio de la nieve y entre libros y vino. Adiós,

Henry 




(Carta de Henry Miller a Anaís Nin)

 
 

8/3/13

MI PLANETA FEMENINO


Mi vida tiene un altísimo porcentaje de conformación femenina, tanto como de agua el planeta y  mi cuerpo, y no me refiero a mis hormonas sino a las mujeres con que comparto cada día. Y es por esta razón y pensando en lo importante que son las mujeres en mi vida, es que  terminé convenciéndome de que no estaría mal sumarme al sin fin de buenos deseos para este 8 de marzo y 9 y 10 y 11 y 12...y...y
Para mi madre que aún me ve crecer, para mi maravillosa hija que también crece y se va haciendo grande, tan grande que ya puedo verla desde abajo y admirarla como a una gran mujer. Para mi hermana que me enseña cada día acerca de mis miedos, debilidades y limitaciones. Para mis hermanas de la vida  Paula  María y Carolina. Para mis compañeras de la universidad Silvia y Gisela, para mis nuevas y grandes  amigas con quienes comparto la maravillosa experiencia de escribir Cecy, Miralunas, Estercita, Cristina, Pauli. Para mis maravillosas  amigas con quienes vivo cada día en el ámbito laboral Gaby, Teresita, Fernanda.  Para mis buenas compañeras del trabajo, con las que me llevo más y con las que me llevo menos, porque de ellas aprendo más de mí que lo que aprendo con las que más quiero, Laura, Erika, Alicia, Cristina, Roxana, Ale, Dana, Noe, Naty, Sofi, Juli, Silvia, Silvana, Caty. Para mis flamantes compañeras de estudio de Counseling, para mis sobrinas Mary y Virgi. Para mi valiente cuñada Andrea. Para mi prima hermana Ana y sus hermosas hijas con quienes crecí. Para las lindas mujeres que eligieron mis hijos varones. Mención especial para la rubia más bonita, Mirta, que es mi hada madrina viajera. Para las amigas de mi hermana en Arrecifes que me dejan ser un poquito sus amigas y que tanto  entendieron y acompañaron a mi hermana, incluso cuando tuvo que cuidar de mí. Para las mujeres con las que seguiré viajando. Para mis médicas Graciela y Socorro. Para las mujeres con quienes intercambio de manera virtual y que también me aportan y hacen a lo cotidiano.
Para mi  luminosa abuela Ana, que aún y por siempre vive en mí.
Para todas un abrazo infinito.


Uy!! Una hermana que encontré ya de grande y de lejos a través del blog, una mujer manos patas Nieves y que ya será otro abrazo.