Encendí el primer cigarrillo un
minuto después del desayuno. Abrí la
ventana de la cocina para que Ramírez salga al balcón ya que parece que a este gato le molesta el humo.
Acto seguido prendí la notebook para
chequear los correos antes de empezar a
trabajar sobre los pendientes para entregar en la redacción de la revista. Leo “Rechazado” en el asunto de uno de los mail.
-What?
“Nena, no quiero más relatos que torturan, entristecen y ponen catatónico
al lector, quiero un poco de circo en estas épocas del
año. Finales felices, se entiende?
“Siempre Enero” no se publica con
ese final. Abrí la cabeza y mandame otra cosa, algo como la gente, ya sabés de
qué hablo. A ver si te sale un Febrero con
temperaturas más cálidas.
Beso tu trasero
Octavio”
-Qué te parió! vos y tu pasquín
barato!
Varias vueltas alrededor de la
mesa y un par de cigarrillos que fumé sin darme cuenta. Ramírez me miraba desde la ventana, le hubiera faltado hacer tamborilear sus patitas y poner
cara de fastidio. Por suerte este gato no habla.
De pronto una idea me atacó y se
me prendió sorpresivamente en la cabeza.
- Eureka!
Word nuevo y
empecé…peluquería…promoción escrita en el cristal del frente del local “Masajes
capilares, lavado y peinado $120.”
Entré, me recibió un gordito
calvo que medía apenas un par de centímetros más que yo. Se deshizo en halagos
y gestos de buena atención y así dejó de ser un gordo calvo y petiso y se
convirtió en un gordo simpático.
Me indicó un sillón frente a un espejo cruelmente iluminado y me envolvió con
una capa gris para proteger la
ropa. Me miré, me vi…pálida, ojerosa, con una terrible cara
de recién salida del hospital. Parecía víctima de alguna reacción alérgica, conjuntivitis y congestión nasal.
-¿Cómo podes salir así a la calle?-
me pregunté.
Cerré los ojos y decidí quedarme
así hasta que fuera la hora de salir de la peluquería.
El gordito se paró detrás de mí, puso
sus manos sobre mi cabeza y comenzó a revolverme el pelo minuciosamente. Me preguntó mi
nombre, y después dijo:
-Yo me llamo Dindy y si te parece
bien vamos a empezar por unos masajes con una loción de trigo y avellanas con
miel, te pido que te relajes y te dejes llevar a algún lugar bello y lleno de
buena vibra.
“Dale gordito, loción de miel,
buenas vibras!...dejate de joder y empezá, después de todo no tengo tanto
tiempo”
Resoplé y dejé caer mis hombros, sonaba
una música apacible mientras el resto de los sonidos del ambiente desaparecían.
Mis manos estaban pesadas, quedaron literalmente tiradas sobre mis muslos. Las manos de Dindy
comenzaron a andar por mi cabeza, despacio, las yemas de sus dedos haciendo pequeños
círculos desde la frente hasta la nuca…no
quería abrir los ojos…sentí que mi cuerpo se iba entibiando como si estuviera
tendida al sol…sus dedos hacían una leve presión en la coronilla e iban hacia los
laterales…despacio… sentí el ruido de mi respiración y luego mis propios
latidos…me mantuve inmóvil, ensimismada con la vista en un horizonte propio…
con suavidad fue transitando los surcos
de mis oreja hasta terminar detrás de ellas, yendo siempre y rozando suave hacia el cuello
y de allí hasta la frente y… me acarició los ojos… empecé a sentirme transpirada. Sus mano comenzaron
a descender hacia el cuello y como si hubieran
tomado entidad propia, se fueron apoderando de mi cuerpo que se estiraba, se
metieron entre mi ropa y mi piel, una por la espalda, dibujando arabescos…
yendo nudo por nudo a lo largo de mi columna… la otra mano terminó con mi pelo
para ir a acariciar mis pechos…me tocaba primero uno y luego el otro, paciente
y sin detenerse…tenía las manos tibias… giraba sus dedos alrededor de mis
pezones… mi cuerpo estaba perdiendo la flacidez que había ido ganando al
principio … por la espalda descendía hasta llegar a la cintura, subía y bajaba,
hasta bordear la línea de mis nalgas…lento y se acercaba y se iba, me hacía
desear…su respiración se aproximó a mis oídos, su aliento a mi boca…me observaba atento como si en cada
gesto de mi cara o de mi cuerpo pudiera determinar que esperaba que me
hiciera…y él lo sabía y entonces tomo
entre su índice y el anular mi pezón, comenzó a jugar y se divertía…de pronto
me usurpó un calor profundo y di un alarido que podría haberse confundido con
dolor, pero no lo era…era de puro placer. Todo pasaba en el mismo momento que me decía al oído que
yo era la puta más hermosa de la tierra… y yo tan cerca de acabar… y entonces ese
par de manos se metieron por cuanto
recóndito espacio de mi cuerpo encontraron… me sentí una mujer deseada…y me
excité más y más y entonces esas manos se apuraban y me seguían y la boca me
alentaba al oído y me pedía que grite …me retorcí, me puse tensa, la mente
repleta, las manos apretadas, las
piernas extendidas, y entonces con
desesperación… sucedió… un orgasmo… y me fui.
Al volver tomé una bocanada de aire para revivir a ese instante de
muerte…algo así como si mi alma hubiera podido salir de mi cuerpo… y al abrir
los ojos, volver.
Dindy continuaba detrás de mí con
sus manos revolviendo mi cabeza, suspiré al verlo, estaba lindo y hasta parecía
que había crecido en alto. Me sorprendí y él lo notó.
-No te asustes…te debés haber
dormido y has estado soñando, te moviste
mucho…
Dejé de escucharlo cuando noté
que estaba mojada…por primera vez había tenido un orgasmo literalmente soñado. Me miré en el espejo y vi en mi rostro una sonrisa enorme
que me lo confirmaba, vi esa línea curva
de la boca que todo lo endereza y todo lo
embellece.
Fin.
Releí e hice un par de
correcciones.
-Esto viaja-me dije- acá tiene lo
que quiere, después de todo yo no conozco un final más feliz que un buen
orgasmo.