"...En medio del
acto sexual, un hombre repara en que le ha sacado unas gotas de sangre al pecho
de su amada, no entiende cómo. Ella tampoco, cuando él se lo hace ver después
del orgasmo: ni siquiera puede localizar el punto de donde salieron esas gotas
de sangre. En la vida de ese hombre, esa joven terminará siendo únicamente ese
momento: aquel en el que aprendió que los labios pueden, si son lo
suficientemente suaves, sacar sangre del cuerpo amado sin que duela, más bien
al contrario..."
Autor: Yasunari Kawabata