30/4/12

COMO HORMIGAS


“…si, a menudo siento algo parecido a lo que contàs sobre esas hormigas emergiendo de abajo de la tierra de tus macetas, cada mañana cuando salgo del subte para ir a mi trabajo, cuando vamos todos en fila, como zombis, todos vestidos de gris, trasladados por una cinta mecánica, y lanzados al ruedo a pelearla como se puede.
Nos arrebatamos por  ese pedazo de cielo que se va descubriendo a medida que la escalera  va subiendo, como si fuera  un hueso pelado y nosotros  unos perros hambrientos.  Nos quedamos satisfechos moviendo  la cola por esa migaja y por ese pedacito celeste,  nos tomamos el  aire en una bocanada desesperada como para salir del encierro,  y le damos valor a todo eso pensando en que siempre hay alguien que la pasa peor que nosotros.
No hay consuelo más pobre y estúpido que ese.
Sería de necios negar la existencia de un mundo que parece estar ahogándose en el egoísmo y el cemento,  y ya casi que me has convencido de que esta en nosotros hacer más linda la realidad que nos toca por estos tiempos. Está claro que debemos transitar este mundo feroz porque vivimos en él, y  andar en subte o en tren, comer comida chatarra, usar las escaleras mecánicas, estar ubicable a través de los celulares, acostumbrarnos a correr más veloces que lo que la virtualidad nos demanda, y hasta de vivir los vínculos de manera virtual,   pero  también podemos salir a la luz todos los días un poco, como las hormigas de tu macetero,  y andar por   caminos de tierra donde el suelo es mullido, los sonidos son naturales, el cielo celeste se ve amplio y el aire compartido es de todos. Abrazar apretando fuerte  para sentir al otro, comer pasteles de membrillo, dibujar las hojas en blanco o pasear por las páginas de un libro, andar en bicicleta, treparse a los acordes de una guitarra o de un tallo, o simplemente quedar tirados en una plaza con la mirada perdida en las formas esponjosas  de algunas nubes,  o  mirando el rio y el más allá de él, imaginando lo que hay del otro lado o como saltar más fuerte para llegar hasta ahí, donde todo es  lejos pero nos está permitido.
Y ya sé que no queres que te diga  que solo deseo ser feliz,  desde hace un tiempo ando practicando eso del bienestar, que es mucho más posible y verdadero, y sabes?  Así logro un montón de momentos felices, muchos más que antes.
El bienestar y la sonrisa del alma nadie te la regala y sin duda vos desde tu luminoso balcón en el cielo, rodeada de tus plantas y tus gatos, sos un buen ejemplo de eso.


Gracias mamá, sólo espero haber aprendido algo.”







22/4/12

TEXTO ABRELATA




"Me han dicho alguna vez, o leí en alguna parte –lo recuerdo ahora – que durante la infancia nos hacemos treinta y tres preguntas por hora y que, con el paso del tiempo, cada vez nos preguntamos menos cosas, porque las respuestas están ahí, pensadas por otros y dispuestas a ser adoptadas por nosotros antes de que ni siquiera se nos ocurra cuestionar el cómo y el porqué de lo que nos rodea y nos tiene acorralados. De este modo acabamos conformándonos con la seguridad de las respuestas ajenas sintiéndonos vencedores cuando en realidad deberíamos luchar por mantener el riesgo constante de las preguntas privadas.
Sí, se educa para ser débiles, pero para cuando lo comprendemos ya es demasiado tarde. Alcanza con mirar fotos de niños que algunas vez fueron y compararlas con las fotos de adultos que estos niños resultaron ser para que nos invada una sensación de triste extravío, de resignado desconcierto ante lo imposible de recuperar. Esta boca y esta nariz pueden llegar a coincidir con aquella nariz y aquella boca; pero algo se ha quedado para siempre en el camino: el brillo desafiante de una mirada, la curva cruel de una sonrisa pura y bestial, la estatua perfecta y la silueta aerodinámica, optima e inasible para alcanzar la mejor velocidad cuando se corre pero nunca se huye. Felices enanos perfectos que misteriosamente, aparecen anacrónicamente adultos en esos brillantes papeles viejos..."

"MANTRA" de Rodrigo Fresán.

1/4/12

JOANNA



Le pasó la mano por el pelo luego que cerrara la puerta tras de ella.
Se quedó conmocionado, parecía que había entrado un hada. 
Y él que sólo había visto y esperado el cuerpo de esa mujer, ahora tenía la sospecha de que también tenía alma.
Se retiró unos pasos para poder verla, y se encontró con una mirada casi de niña, que por momentos miraba sus pies, o los de él. Se lo preguntaba mientras intentaba saber que hacer con sus manos.
Daba un paso hacia ella pensando en besarla y dos para atrás cuando no podía sentir más que deseos por seguir mirándola.
La vió tan linda que hasta fantaseó con que era un holograma y que si estiraba su mano, la misma se perdería en un cuerpo inexistente.
Respiró fuerte para sentir su olor, su aliento, y no sintió nada. Ni perfume.
Esa no era la mujer que el había encontrado en el bar en una trasnoche de alcohol, llorando, arruinada sobre una mesa mojada de  lagrimas y  ron.
Esa era la mujer de sus sueños, la que perseveraba cada noche de pesadillas o desvelo, la que lo abrazaba cada noche de alcohol y ron, cuando terminaba dormido en el banco triste de una estación de tren, mientras intentaba subir al vagón para volver a su casa. La que desaparecía cada vez que él despertaba.
Cuestión de encuentros, de esas cosas extrañas que pasan en un momento entre  algunas miradas, un día y sin saber como y por que, esas personas se ven.
Por fin se ven.



Esto escuchaba mientras escribía algo a cerca de estos encuentros que inesperadamente surgen cuando uno por fín VE. 








Gracias  Rob por hacerme conocer a Joanna.