“…si, a menudo siento algo
parecido a lo que contàs sobre esas hormigas emergiendo de abajo de la tierra
de tus macetas, cada mañana cuando salgo del subte para ir a mi trabajo, cuando
vamos todos en fila, como zombis, todos vestidos de gris, trasladados por una
cinta mecánica, y lanzados al ruedo a pelearla como se puede.
Nos arrebatamos por ese pedazo de cielo que se va descubriendo a
medida que la escalera va subiendo, como
si fuera un hueso pelado y nosotros unos perros hambrientos. Nos quedamos satisfechos moviendo la cola por esa migaja y por ese pedacito
celeste, nos tomamos el aire en una bocanada desesperada como para
salir del encierro, y le damos valor a
todo eso pensando en que siempre hay alguien que la pasa peor que nosotros.
No hay consuelo más pobre y
estúpido que ese.
Sería de necios negar la
existencia de un mundo que parece estar ahogándose en el egoísmo y el cemento, y ya casi que me has convencido de que esta en
nosotros hacer más linda la realidad que nos toca por estos tiempos. Está claro
que debemos transitar este mundo feroz porque vivimos en él, y andar en subte o en tren, comer comida
chatarra, usar las escaleras mecánicas, estar ubicable a través de los
celulares, acostumbrarnos a correr más veloces que lo que la virtualidad nos demanda,
y hasta de vivir los vínculos de manera virtual, pero también podemos salir a la luz todos los días
un poco, como las hormigas de tu macetero, y andar por caminos
de tierra donde el suelo es mullido, los sonidos son naturales, el cielo
celeste se ve amplio y el aire compartido es de todos. Abrazar apretando fuerte para sentir al
otro, comer pasteles de membrillo, dibujar las hojas en blanco o pasear por las páginas de
un libro, andar en bicicleta, treparse a los acordes de una guitarra o de un
tallo, o simplemente quedar tirados en una plaza con la mirada perdida en las
formas esponjosas de algunas nubes, o mirando el rio y el más allá de él, imaginando
lo que hay del otro lado o como saltar más fuerte para llegar hasta ahí, donde
todo es lejos pero nos está permitido.
Y ya sé que no queres que te diga
que solo deseo ser feliz, desde hace un tiempo ando practicando eso del
bienestar, que es mucho más posible y verdadero, y sabes? Así logro un montón de momentos felices,
muchos más que antes.
El bienestar y la sonrisa del
alma nadie te la regala y sin duda vos desde tu luminoso balcón en el cielo,
rodeada de tus plantas y tus gatos, sos un buen ejemplo de eso.
Gracias mamá, sólo espero haber aprendido algo.”