Ayer a la tarde vino a visitarme mi hermana. Siempre lo hace desde que estoy aquí, pero hasta este día, siempre me había visto desmejorada y bajo los efectos de la olanzapina.
Mas que pena, creo que mi enfermedad pudo haberla desconcertado de manera tal, que su decálogo de frases para la ocasión, debió haberlo de tenido bien guardado, ya que por mas que lo recorriera, nada decía a cerca de cómo tratar a una “descompensada”.
En cambio hoy, al verme mejor, y a modo de posible e inconciente venganza por el susto, y lo mucho que debió movilizarla verme mal, se despachó con una de las frases de su nómina: “Bueno, espero que ahora que podés pensar te dejes de joder, estás rodeada de gente que te adora y vos andás penando por el mundo sin aceptar como son las cosas”, luego continuó “Por que él te dijo muy claramente que ya no quería verte nunca mas, no?”… para su tranquilidad le contesté que sí, que así había sido.
Yo ya estoy habituada a esas formas suyas, que ella califica de honestidad y se jacta de siempre decir lo que piensa y siente, como si esos actos de sincericidio que nadie le pide, le dieran un valor agregado y donde nunca, los dueños de esa arrogante manera de ser, consideran el daño que le pueden provocar al otro.
Mas que pena, creo que mi enfermedad pudo haberla desconcertado de manera tal, que su decálogo de frases para la ocasión, debió haberlo de tenido bien guardado, ya que por mas que lo recorriera, nada decía a cerca de cómo tratar a una “descompensada”.
En cambio hoy, al verme mejor, y a modo de posible e inconciente venganza por el susto, y lo mucho que debió movilizarla verme mal, se despachó con una de las frases de su nómina: “Bueno, espero que ahora que podés pensar te dejes de joder, estás rodeada de gente que te adora y vos andás penando por el mundo sin aceptar como son las cosas”, luego continuó “Por que él te dijo muy claramente que ya no quería verte nunca mas, no?”… para su tranquilidad le contesté que sí, que así había sido.
Yo ya estoy habituada a esas formas suyas, que ella califica de honestidad y se jacta de siempre decir lo que piensa y siente, como si esos actos de sincericidio que nadie le pide, le dieran un valor agregado y donde nunca, los dueños de esa arrogante manera de ser, consideran el daño que le pueden provocar al otro.
Luego de que ella se fuera, me quedé masticando una molestia a la cual no lograba darle nombre, hasta que hace apenas unos instantes se me ocurrió que la misma se trata de decepción.
Siempre confíe que ella me entendía y que nada, absolutamente nada, pondría distancia en la hermosa relación que compartimos, pero… hoy sentí claramente que no podía hacerlo, que mucho mas allá de que tenía razón en tratarme como a una adulta, no pudo ponerse en el lugar del que sufre.
Lo sé, lo siento, y si hay algo que bien hacemos los “locos de amor” es sentir, la gente normal es la que se encarga del “pensar”, de tener a mano un decálogo de explicaciones y razones por la cual es mejor no amar.
Mi abrazo de siempre
Ursula.
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